jueves, 26 de julio de 2012

Escudo de las Armas Españolas

 
 
Se cree que en tiempos del Gobierno de don Luis Muñoz de Guzmán a principios del siglo diecinueve periodo colonial 1802 – 1808, se aprobó el proyecto de colocar en el frontispicio del Palacio de la Moneda, un escudo que representara a las Armas Españolas.
Gobernador Luis Muñoz de Guzman
El Superintendente de la Casa de Moneda, don José Santiago Portales, hizo venir desde San Felipe, al artista y escultor, don Ignacio de Andía y Varela, con el objeto de darle a conocer el referido proyecto de confeccionar un escudo de piedra que representara a las armas españolas, rogándole hiciera el modelo en dibujo para remitirlo a España, incluso muestras de piedras para obtener la real aprobación.
Andía y Varela accedió a lo solicitado y presento el dibujo con todos los detalles, el que fue enviado a España.
Tres años, nueve meses, de asiduo trabajo demando la elaboración del enorme escudo, labrado en piedras extraídas de la cantera “La Contadora”.
Terminada la obra, Andía y Varela invitó al señor Portales a que fuera a verla, quien se hizo acompañar de otros caballeros y la dio por aprobada. Se nombro a los ingenieros españoles Felni y Antero, como peritos para evaluar el trabajo quienes dijeron al escultor: “Tasamos su obra en doce mil pesos, únicamente para que puedan pagársela; sin embargo el valor de ella, para nosotros, es tanta plata como pesa”.
El señor Portales propuso al escultor, pagarle solo seis mil pesos, pero el artista no acepto esa suma.
El señor Andía y Varela decepcionado, se traslado con su familia a la provincia de Aconcagua, dejando su trabajo armado, tendido en el patio de su casa de la calle de Huérfanos.
 
Ignacio de Andía y Varela

Llegada la Independencia, los hombres del pueblo, se entretenían arrojándole piedras al escudo, mientras otros le retiraban los tallados que representaban las balas, etc.
La revolución de la Independencia, había obtenido sus primeros triunfos y como el escudo representaba a las armas españolas, peligraba en consecuencia la obra.
El señor Juan Francisco Zegers que arrendó esa casa, al ver que manos profanas destrozaban esa valiosa obra de arte, ordeno enterrarla en el patio.
Muchos años después, siendo Intendente de Santiago, don Benjamín Vicuña Mackenna, entusiasta precursor de las bellas artes, al tener noticias de que ese escudo se encontraba sepultado más de 50 años, obtuvo de los deudos del escultor: señores Manuel Varela y Francisco Javier Mandiola, la donación de esta valiosa obra de arte, y fue así como el 13 de Junio de 1872, ordeno el Intendente desenterrarla y efectuadas las reparaciones necesarias encomendadas al experimentado tallador don Andrés Steimbuk, fue exhibida en la Exposición Nacional de Artes e Industrias que se llevo a efecto en Septiembre de aquel año, con motivo de la inauguración del Mercado de Abasto (Mercado Central).
 
 
Clausurada la Exposición, Vicuña Mackenna, hizo colocar el escudo en el Cerro Santa Lucia, en el arquitrabe (*) de la portada que da acceso a la plazuela de dicho cerro, sitio donde se encuentra a la fecha.
Para dar algunas ideas de su valor, se extraen de las Memorias escritas por el Capitán de Artillería, don Ambrosio Letelier, quien con acopio de detalles, dice lo siguiente sobre la obra indicada:
“Este verdadero monumento de arte, tallado en piedra de cantería, es debido al cincel del célebre escultor chileno don Ignacio de Andía y Varela”.
Más adelante agrega el señor Letelier, refiriéndose a los detalles del escudo:
“Las formas bien terminada, los contornos bien delineados, los perfiles acentuados vigorosamente; la artística proporción del conjunto y los detalles, todo ese grupo de piedra está demostrando al primer golpe de vista, la grandeza de genio que impulsaba aquel cincel admirablemente manejado.
La corona real de España, está perfectamente bien modelada, con sus diamantes y sus joyas en relieve; como el mundo que la espera, y sobre este mundo, la cruz de Cristo, símbolo de las leyes católicas.
Los dos leones que soportan esta corona, parecen estar vivos, y se imponen por su actitud fiera y majestuosa; por sus ojos abiertos, sus dientes y garras amenazadoras, su melena encrespada, sus nervudos brazos y vigorosas patas traseras que, al impulso de la cólera, descubren los robustos tendones de su fuerte musculatura.
Los trofeos de armas y banderas, que sirven de pedestal y de adorno al grupo, acaban de completar la verdad y maestría del cuadro. Las bocas de los cañones, que asoman por debajo, las pilas de balas, las cajas de guerra con sus tirantes cruzados, los trofeos de fusiles, lanzas y sables, los pabellones de banderas, con sus pliegues de banderas también ondulados, los cascos y corzas; las armaduras de hierro de los antiguos caballeros, todo está modelado, delineado y ordenado con tal arte y gracia y precisión, cada objeto tan acabado, hasta en sus menores detalles, que verdaderamente al contemplarlo y estudiarlo la imaginación no alcanza a comprender, como es que haya existido un hombre que tuviera talento con creces y la paciencia para llevar a término una obra semejante”.
Es interesante conocer un poco mas de este escultor, don Ignacio de Andía y Varela.
Este señor, nació en Santiago, el 2 de febrero de 1757, en la calle Catedral, en la casa llamada “El Consulado”, donde se encontraba el antiguo Congreso Nacional.
El señor Andía y Varela, fue el primer artista nacional que plasmo en sus pinturas a los mapuches a fines del siglo dieciocho, pintando su cuadro a la acuarela, titulado “Parlamento de Lonquino”, en un viaje que efectuó al sur, con el Gobernador, Barón y Márquez de Osorno, don Ambrosio O´Higgins. Este viaje también lo aprovechó el señor de Andía y Varela para traerse una hermosa colección de maderas de esas selvas vírgenes, que después las colecciono en un catalogo y conservándolas cuidadosamente.
Es autor de los dibujos para construir un monumento a la Independencia, que los patriotas intentaron realizar aun en los tiempos en que gobernaba don Ambrosio O´Higgins.
Son obras también de este escultor, las dos pilastras de piedra de la escala del segundo patio de la Casa de Moneda, en que esta clavada la reja de fierro. La parte inferior representa unas piernas de hombre con calzón corto, medias largas, antiguas sayuelas (camisa) y zapatos con hebillas, siendo lo demás de la parte superior de la obra, una especie de chapitel o perilla tallada con mucho gusto y que terminaba en una hermosa piña.
 
 
Se supone que la parte de piedra de los pilones de este patio, fueron hechos también por este escultor, dedicando uno de los pilones al señor Muñoz de Guzmán, en el que se ve un pequeño escudo español bastante bien ejecutado. El otro fue dedicado al señor Portales; no hay duda que esos pilones fueron confeccionados a fines del siglo dieciocho y sin costo alguno.
El Escudo Nacional, ese primer emblema que tuvieron los patriotas, fue a su vez obra del señor Andía y Varela y que tallado en madera se coloco en la puerta principal del Palacio de la Moneda, para celebrar el aniversario de la Primera Junta de Gobierno, festejo que Carrera aplazo hasta el 30 de Septiembre.
 


Es así mismo autor de un hermoso cuadro al oleo denominado “Alegoría de la Muerte” y el confeccionado para la obra de su pariente, el jesuita Manuel de Lacunza: “La Venida del Mesías en Gloria y Majestad”.

 
Falleció el señor de Andía y Varela el 13 de Agosto de 1822, a los 65 años, siendo sus restos sepultados en la Iglesia de la Compañía que fue reducida a cenizas el 8 de diciembre de 1863.



 

Referencias:

(*) Arquitrabe (en italiano: architrave), en la arquitectura clásica, es la parte inferior del entablamento o conjunto de piezas que se apoyan directamente sobre las columnas. Su función estructural es servir de dintel, para transmitir el peso de la cubierta a las columnas.
Wikipedia.

 


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